martes, 29 de mayo de 2012

 Los infiernos a Cerbero 

En la mitología griegaCerbero (en griego Κέρβερος Kérberos, 'demonio del pozo'), también conocido comoCan Cerberos, era el perro de Hades, un monstruo de tres cabezas, con una serpiente en lugar de cola.
Cerbero guardaba la puerta del Hades (el inframundo griego) y aseguraba que los muertos no salieran y que los vivos no pudieran entrar. Era hijo de Equidna y Tifón, y hermano de Ortro.
La existencia de un perro infernal en la entrada de los infiernos parece que ya estaba presente en la mitología indoeuropea original, pues aparece en los mitos de otros pueblos indoeuropeos, como es el caso del perro ensangrentado Garm en la mitología escandinava.
Miriam C.

viernes, 25 de mayo de 2012

La Cierva de Cerinia

La Cierva de Cerinia es un animal mitológico, perteneciente a la mitología griega.

Heracles debía capturar a la cierva para llevarla viva a Micenas y entregarla a Euristeo. La cierva de Cerinia, tenía pezuñas de bronce y cornamenta de oro, estaba consagrada a Artemisa ya que era una de las cinco ciervas que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro y había sido la única que había logrado escapar. Pero la cierva era muy veloz y no le fue fácil atraparla, por lo que la persiguió día y noche sin descanso hasta el país de los Hiperbóreos. Allí la capturó mientras ésta tomaba agua y la llevó a Euristeo. Heracles tardó 12 meses en capturarla.

Heracles, era consciente de que si derramaba una sola gota de sangre de la cierva de Cerinia tendría que dar explicaciones, con su consiguiente castigo. Aprovechando que la cierva estaba bebiendo, Heracles le atravesó las dos patas por la piel utilizando una flecha que hizo pasar entre el tendón y el hueso, sin llegar a derramar su sangre. Una vez inmovilizada, la apresó y la llevó a Micenas. Su gran hazaña sirvió de ejemplo a otros muchos héroes de la antigüedad como Casto.

Samia E.I. 

martes, 22 de mayo de 2012

trabajo de Hércules

LAS MANZANAS DE ORO (undécimo trabajo de Hércules):

Heracles había realizado estos diez trabajos en el espacio de ocho años y un mes, pero Euristeo, descontando el segundo y el quinto, le impuso dos más. El undécimo trabajo consistía en tomar los frutos del manzano de oro que la Madre Tierra había obsequiado a Hera como regalo de bodas, una dádiva que le había complacido tanto que Hera lo plantó en su jardín divino. Este jardín se hallaba en las laderas del monte Atlas, donde los jadeantes caballos del carro del Sol terminaban su viaje y donde los mil rebaños de ovejas y otros tantos de vacas del Atlante vagaban por los pastos de su indisputable propiedad. Cuando un día Hera descubrió que las hijas del Atlante, las Hespérides, a quienes había confiado el árbol, hurtaban las manzanas, mandó al siempre vigilante dragón Ladón para que se enroscara alrededor del árbol como su guardián. Algunos dicen que Ladón era hijo de Tifón y Equidna; otros, que era el hijo menor de Ceto y Forcis; y otros, que era hijo partogénico de la Madre Tierra. Tenía cien cabezas y habla con varias lenguas. Se discute igualmente si las Hespérides vivían en el monte Atlas, en el País de los Hiperbóreos, o en el monte Atlas de Mauritania, o en algún lugar más allá del Océano, o en las dos islas situadas en las cercanías del promontorio llamado Cuerno Occidental, que está cerca de la Hesperia etíope, en las fronteras de Africa. Aunque las manzanas pertenecían a Hera, Atlante sentía por ellas un orgullo de jardinero, y cuando Temis le advirtió: "Un día, dentro de mucho tiempo, Titán, tu árbol será despojado de su oro por un hijo de Zeus", Atlante, que todavía no había sido castigado con el terrible trabajo de soportar el globo celestial sobre sus hombros, construyó sólidas murallas alrededor del huerto y expulsó de su territorio a todos los extranjeros. Es muy posible que fuera él quien puso a Ladón a vigilar las manzanas. Heracles, sin saber en qué dirección se hallaba el Jardín de las Hespérides, marchó a través de Iliria hasta el río Po, hogar del dios oracular marino Nereo. En el camino cruzó el Equedoro, un pequeño arroyo macedonio donde Cicno, hijo de Ares y Pirene, le desafió a un duelo. Ares actuó como padrino de Cicno y puso en orden a los combatientes, pero Zeus lanzó un rayo entre ellos y renunciaron a la lucha. Cuando por fin Heracles llegó al Po, las Ninfas del río, hijas de Zeus y Temis, le mostraron a Nereo dormido. El asió al viejo y venerable dios marino y, sujetándolo a pesar de sus muchas transformaciones proteicas, le obligó a profetizar cómo se podían conseguir las manzanas de oro. Algunos dicen, no obstante, que Heracles acudió a Prometeo a buscar esta información.

Nereo había aconsejado a Heracles que no arrancase las manzanas personalmente, sino que utilizara a Atlante en su lugar mientras él le aliviaba temporalmente de su enorme carga. Así pues, cuando llegó al Jardín de las Hespérides le pidió a Atlante que le hiciera ese favor. Atlante habría realizado casi cualquier trabajo con tal de tomarse una hora de respiro, pero temía a Ladón, al que Heracles mató al instante con una flecha que disparó por encima de la muralla del jardín. Después de eso, Heracles inclinó la espalda para recibir el peso del globo celestial y Atlante se alejó y volvió poco después con tres manzanas arrancadas por sus hijas. La sensación de libertad le pareció deliciosa. "Yo mismo llevaré sin falta estas manzanas a Euristeo -dijo- si tú sostienes el firmamento durante unos pocos meses más". Heracles simuló que accedía, pero como Nereo le había advertido que no debía aceptar ninguna oferta de ese tipo, pidió a Atlante que soportase el globo sólo un instante más, mientras él se ponía un almohadón en la cabeza, Fue fácil engañar a Atlante, quien dejó las manzanas en el suelo y volvió a ponerse el firmamento en los hombros, lo que aprovechó inmediatamente Heracles para recoger las manzanas y alejarse de allí con una irónica despedida.

Jesús . A.

lunes, 21 de mayo de 2012

Cuarto trabajo de Heracles

El
jabalí de Erimanto era una criatura que causaba estragos en todo el contorno y que vivía en  Erimanto, un monte de la Arcadia y la Élide.
En el camino hacia Erimanto, Heracles hizo una parada para visitar a su amigo el centauro Folo, quien en memoria de tiempos lejanos, compartió con él su comida y su vino. Pero los otros centauros, al oler el vino que estaba especialmente reservado para ellos se enfurecieron de tal manera que atacaron a Heracles, quien primero los rechazó y luego con sus flechas envenenadas mató a varios de ellos mientras los demás se retiraban.
Mientras Heracles enterraba a sus víctimas, su amigo Folo sacó una de las flechas de Heracles y la examinó asombrado de que algo tan pequeño pudiese dar muerte a criaturas tan formidables, pero con tal torpeza que la flecha se le cayó hiriéndolo en un pie y matándolo. Heracles lo enterró al pie de la montaña que tomó su nombre.
Retomando el trabajo que tenía que finalizar, Heracles encontró al jabalí y, persiguiéndole durante varias horas, lo fue acorralando a una zona cubierta de nieve donde, saltando sobre su lomo, lo ató con cadenas y se lo llevó a Micenas  vivo, cargándolo sobre sus hombros.
Era un jabali come hombres.

Sandra M.

LOS PÁJAROS DEL ESTIÍNFALO


Los pájaros del Estínfalo eran unas aves que tenían picos, alas y garras de bronce y cuyos excrementos venenosos arruinaban los cultivos y también eran carnívoras. Poblaban la región y el bosque alrededor del lago Estínfalo. Euristeo comandó entonces a Heracles que acabase con la amenaza de dichas aves, como parte de los doce trabajos de Heracles, ya que en ocasiones atacaban al ganado o a la población. Heracles se dirigió al Estínfalo, y ahí se encontró desolado pues la misión era especialmente difícil de completar: las aves eran demasiadas para sus flechas y su legendaria fuerza no le servía de nada.
Entonces apareció Atenea y le socorrió dándole un cascabel (o una campana) de bronce y le mandó  que lo tocara desde una colina elevada, al hacerlo las aves asustadas emprendieron vuelo y nunca más se las volvió a ver en el bosque y el lago. Muchas de ellas fueron derribadas por las flechas de Heracles y las que consiguieron escapar huyeron hacia la isla de Ares, en el Mar Negro, donde fueron encontradas años después por los Argonautas. Cuando Heracles volvió con Euristeo, éste se hallaba en su refugio debido a que varios de los pájaros de bronce volaban alrededor de su palacio. Al ver esto, Heracles sonó su cascabel y los pájaros se alejaron de ahí.

PAULA L.M 1C

RE: Robar las manzanas del jardín de las Hespérides






Las Hespérides eran un grupo de ninfas que cuidaban el jardín  llamado huerto de Hera, donde había un árbol que daba manzanas doradas y quien las comiese se volvería inmortal.
Gea le regaló a Hera el fruto con el que plantar ese árbol pero como esta era muy desconfiada de las Hespérides, ya que ellas le robaban los frutos, mandó allí a un dragón de cien cabezas.
Robar las manzanas de este jardín era el trabajo número once de Heracles, primero le pide a Atlas que vaya a por las manzanas, pero Atlas le dice que entonces él se tiene que quedar sujetando el cielo y Heracles acepta. Cuando vuelve Atlas con las manzanas robadas dice que ya no quiere sujetar el cielo, entonces Heracles le engaña diciendole que mientras él se coloca, se lo sujete un momento y que luego se querdaría él sujetando al cielo. Pero cuando Atlas coge al cielo, Heracles sale corriendo con las manzanas.

Paola V. C.1ºC Bach

lunes, 14 de mayo de 2012

Robar las manzanas del jardin de las Hespérides.


Después de que Heracles completase sus primeros diez trabajos, Euristeo le asignó dos más afirmando que no contaban ni el de la Hidra (porque le había ayudado Yolao) ni el de los establos de Augías (porque fue pagado por él, o porque los ríos hicieron el trabajo). El primero de estos dos trabajos adicionales fue robar las manzanas del Jardín de las Hespérides. Heracles capturó primero al anciano del mar,el dios marino que cambiaba de forma, para saber dónde estaba ubicado dicho jardín.
En algunas variantes Heracles conoce al principio o al final de su trabajo a Anteo, quien era invencible siempre que estuviese en contacto con su madre, Gea, la Tierra. Heracles lo mató sujetándolo en vilo y aplastándolo con un fuerte abrazo.
Heródoto afirma que Heracles se detuvo en Egipto, donde el rey Busiris decidió hacer de él su sacrificio anual, pero Heracles rompió sus cadenas.
Llegando finalmente al Jardín de las Hespérides, Heracles engañó a Atlas para que recuperase algunas manzanas de oro ofreciéndose a sujetar el cielo mientras iba a buscarlas (Atlas podría tomarlas en esta versión porque era el padre de las Hespérides o tenía algún parentesco con ellas). Al volver, Atlas decidió no aceptar los cielos de vuelta, y en su lugar se ofreció a llevar las manzanas a Euristeo él mismo, pero Heracles volvió a engañarlo aceptando quedarse en su lugar a condición de que Atlas sujetase el cielo un momento para ponerse su capa más cómodamente. Atlas accedió, y entonces Heracles tomó las manzanas y se marchó.

Noelia S.